La artroscopía permite diagnosticar y tratar numerosas patologías de la rodilla. Esto abarca la traumatología
del deporte, lesiones de los meniscos tanto por deporte como por envejecimiento, reconstrucción de los ligamento cruzados y lesiones de cartílago. Ciertas patologías inflamatorias o infecciosas pueden también ser tratadas por artroscopía.
Hoy, gracias a esta cirugía mínimamente invasiva asistida por fibra óptica y vídeo), el acto quirúrgico permite un diagnóstico más acertado, un tratamiento menos doloroso y una rehabilitación más temprana que lleva por lo tanto a una mejor recuperación en forma global.
La artroscopía utiliza un instrumento óptico de 3 o 4 mm de diámetro llamado artroscopio que es introducido en una articulación a través de la piel por una incisión muy pequeña (menos de un centímetro).
Esta fibra óptica es conectada a un sistema vídeo que le permite al cirujano explorar la totalidad de una articulación visualizando sobre una pantalla de parecida a un televisor.
Los instrumentos necesarios también para el procedimiento, se introducen en la articulación por otro mini orificio.
El cirujano puede pues a la vez realizar un acto diagnóstico explorando la cavidad articular y realizar un acto terapéutico gracias a la mini instrumentación apropiada.
Fragmento suelto en rodilla | Extracción de fragmento |